Familias confinadas: Escuela de virtudes

¡Qué disparate! Podrían pensar algunos. Normalmente nos escuchamos unos a otros y, ciertamente, podemos comprobar que se presentan dificultades para vislumbrar lo positivo; pero ¿habíamos tenido alguna vez tanto tiempo para dedicar a nuestra familia, a la educación personalizada de nuestros hijos? ¿tantas 24 horas juntas y tan consecutivas?

Y es que tanto tiempo en casa, compartiendo cada minuto con nuestra familia, solo puede arrojar resultados positivos. Los conoces, los ves relacionarse con sus hermanos en diversas situaciones, observas sus reacciones ante una variedad de circunstancias y, lo más importante, tienes un tiempo de oro para educar y hacerlo en aquello tan difícil, educar en virtudes.

Estamos teniendo la oportunidad de dotar a nuestros hijos de esos kits tan imprescindibles para la vida. Dicen los que saben que el tema de las virtudes requiere de un entrenamiento diario, muchas repeticiones, muchas series. Tenemos ahora un tiempo estupendo para ello, enseñar a nuestros hijos cuestiones tan interesantes como la capacidad de sacrificarse por el otro con esta larga estancia en casa. La oportunidad de inculcar la virtud del orden respetando un horario, una rutina diaria. Trasmitimos que, si el orden existe, las horas se multiplican ¡hay tiempo para todo!

Podríamos continuar con un largo etcétera de aspectos para los que este tiempo nos puede ser útil. No es la finalidad de estas letras. Tan solo un apunte más; sacar lo bueno de entre la maraña de la dificultad también es una virtud que hay que entrenar.

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