Alicante se pone guapa para la ocasión. Las Hogueras irrumpen en el calendario y lo inundan todo. Y, de entre ese todo, he seleccionado para nuestro “café” mi primer encuentro con la fiesta alicantina. Fue a finales de los noventa por invitación de un gran amigo y alicantino, Mario Córdoba, a compartir en familia un “soparet alicantí” en su barraca.
Mario nos explicó que era una noche especial. Se había terminado de montar la barraca y los festeros, agotados del esfuerzo, compartían los primeros momentos de fiesta en compañía de la familia y los amigos. Por delante quedaban largas jornadas de disfrute.
Y entonces irrumpió en escena el menú. Un plato con un pedazo de sardina de bota, una ñora, ajos, patatas y un huevo. Todo frito en el mismo aceite. Donde unos ven colesterol y tensión alta, los alicantinos ven tradición y humildad. Evocan a sus conciudadanos de antaño que compartían lo que tenían con vecinos y amigos. Sin complejos. Hoy, afortunadamente, no falta de nada en las mesas de las barracas. Tampoco el sabor más sencillo y hogueril de su “soparet alicantí”. Ni la cercanía de sus gentes, las de la millor terreta del mon.
[La imagen pertenece a la web La Gastronomía de José Soler. Pequeña Enciclopedia Gastronómica de Alicante]