El Consejo Social de la Universidad de Alicante quiere potenciar los estudios de ingeniería y de áreas científico-tecnológica entre las niñas. La idea es atractiva: abre la posibilidad de una ingeniería, de unas ciencias, matizadas por la forma femenina de actuar y de contemplar el mundo: un enriquecimiento de la ingeniería y de la sociedad. Pero da también, creo yo, la medida de nuestra confianza en el futuro: hace ya decenios que la mujer, en España, accede a la formación académica en idénticas condiciones que sus compañeros varones, y muy frecuentemente con mejores resultados que ellos, y si son minoritarias en determinados estudios y no en otros, eso se debe a que, cuando sus calificaciones les permiten escoger, estudian, como los varones, lo que les interesa, por lo que sienten preferencia personal, lo que les atrae; en definitiva: estudian lo que les da la gana. Así de sencillo. Ni se les impide ni se les obliga.
Animarlas ahora a elegir los estudios que no prefieren parece una forma de sacrificar su libre voluntad a la consecución de una situación desahogada que permita sobrevivir a la crisis. Un mal menor, un apaño.
Foto de la UA del proyecto "Mujeres a ciencia cierta"