Parece que empezamos a levantar cabeza, que el coronavirus nos da un respiro. Llevamos cuatro días sin nuevos ingresos en el Hospital General de Alicante, catorce ya sin nuevos ingresos en la UCI. Mientras recordamos a los que hemos perdido, y afrontamos con dolor su ausencia, se adivina el final del confinamiento. Volveremos a saber del virus pero no se repetirá una embestida como ésta: hemos aprendido todos, y estamos preparados con nuevas costumbres y nuevos recursos.

Uno de ellos lo constituyen las 400 camas del flamante hospital de campaña que se ha montado en poco más de un mes frente a la puerta principal del Hospital General de Alicante: las personas que hayan dado resultado positivo en el estudio poblacional impulsado por el Gobierno – un plan de carácter voluntario en el que se participará por hogares: una encuesta epidemiológica y tres tomas en ocho semanas – podrán ser adecuadamente controladas y asistidas en esos pabellones minimizando el riesgo de transmitirlo a otras personas de su entorno, y preservando la capacidad asistencial de carácter general, y la salud del resto de los pacientes y del personal que les atiende.